Emigrar es un riesgo que muchos seres humanos han tomado a lo largo de la historia de la humanidad. Es más, la historia de la humanidad puede ser considerada la historia de la migración. Desde que nuestra especie decidió salir de las cavernas para explorar su entorno, convirtiéndose en nómada, su característica principal fue la movilidad, la transhumancia, el movimiento perpetuo del hombre a lo largo y ancho de la geografía terrestre.
Este estilo de vida, hasta llegar a la civilización moderna y contemporánea fue promovido e impulsado por algunos elementos principales y fundamentales, inherentes a la condición humana: 1-La curiosidad, 2-La búsqueda de superación personal y colectiva, es decir, una mejor calidad de vida.
Todo este fenómeno es natural de nuestra especie, desde los pastores antiguos, que movilizaban sus rebaños a lugares con más y mejor vegetación; hasta la migración moderna, muy similar a aquella antigua, porque su propósito siempre fue uno sólo: Vivir mejor.
40 años vagaron por el desierto los judíos según el libro del Éxodo, buscando "LA TIERRA PROMETIDA", hasta lograr encontrarla. Esta alegoría nos da ciertos indicios y elementos de análisis para cotejar con la situación actual, y poder comprender mejor lo que en este pequeño escrito tratamos de exponer: El ser humano siempre ha migrado de un lugar a otro, de un sitio a otro. La naturaleza del hombre es esa, el movimiento constante hacia mejores situaciones. No en balde hemos llegado a la era actual, que con sus miles de defectos nos ha traído progreso, salud y avances de toda índole que en otras épocas apenas hubieran podido soñar.
La migración es un fenómeno esencialmente natural, lo hacen los seres vivos de todas las especies, dependiendo de sus condiciones de vida. ¿Por qué entonces no ha de hacerlo el ser humano?
El fenómeno migratorio es tan antiguo como la humanidad, así como igual de antigua es la corrupción y la maldad. Es normal que con la migración también migren las costumbres y hábitos de determinados grupos humanos, hábitos buenos y malos. No existe sobre la faz de la tierra eso conocido como "el hombre perfecto". Cada individuo posee en sus haberes internos un entramado de virtudes y defectos, construidos a lo largo de su existencia. El crecimiento de las comunicaciones en lo que conocemos como la "era de la información", ha traído enormes avances, así como grandes problemas, uno de ellos ha sido la desinformación. Es usual ver que en redes el comportamiento social sea muy similar al comportamiento salvaje. Si alguna persona publica determinado contenido o vídeo, la turba digital sencillamente redifunde el contenido y manifiesta su sesgada visión de las cosas. Tanto así, que hemos visto como información sin verificar, muchas veces falsa o manipulada, es tomada como cierta por grupos humanos, hasta el punto de construir un "criterio" o modo de pensar respecto a determinados asuntos, y uno de esos asuntos es la migración.
Últimamente ha sido bastante visible una ola informativa respecto a la migración venezolana, ha quedado en evidencia que existen algunos grupos de personas con la finalidad de promover ciertos puntos de vista adversos contra la comunidad venezolana. Se ha satanizado a la migración de nuestro país hasta un punto relativamente irracional, los promotores del odio han querido vender malamente que todo venezolano es un delincuente o un asesino, y nada puede estar más lejos de la realidad. Los venezolanos no somos moneda de oro, no estamos exentos de vícios ni defectos, pero ¿Quién lo está? Todo ser humano posee vicios y defectos, nadie está libre de ello, así como no lo están quienes desde la sombra promueven el odio por motivos de nacionalidad.
Todos o casi todos los apellidos que existen en el continente americano, son de origen foráneo, ya que, o son españoles, o son portugueses, o son ingleses, alemanes, etc. Esto quiere decir, que en algún punto de la historia del árbol genealógico del americano, participó un inmigrante, ya sea por la colonización, ya sea por migración moderna, por motivos de hambruna, guerra o crisis. Por tanto, es absurdo en pleno siglo XXI pensar que la migración es mala o perjudicial, que destruye países o que mata personas, cuando el curso de la historia humana ha demostrado todo lo contrario: La migración enriquece culturas, abre puertas en diferentes latitudes y une a la gente, te hace empático, amplía tus conocimientos sobre el mundo y te demuestra que el ser humano en su esencia es igual en todas partes, que no hay gente mejor ni peor, sino que sólo hay costumbres diferentes, hábitos distintos y estilos de vida diversos.
El motivo de estas palabras es promover un ambiente de concordia, de entendimiento y de fraternidad. No permitamos que miedos absurdos nos dividan como humanidad, no promovamos el resentimiento o el odio contra el inmigrante. El inmigrante venezolano generalmente es una persona que ha abandonado su país y todo lo que conoce para aventurarse en una tierra desconocida, donde carece de todo tipo de contactos y apoyo, donde por lo general no tiene nada seguro, ni trabajo, ni amigos, ni nada, y aún así, con una fortaleza loable hemos sabido salir adelante, hemos en nuestra mayoría aprendido a integrarnos a nuestros nuevos hogares, con respeto y ganas de progresar. Así que, si vez a un inmigrante, especialmente venezolano, no te pido que le ofrezcas confianza automática, no te pido que le abras las puertas de tu casa, sólo te pido que lo entiendas, que trates de imaginar lo dura que puede ser su vida, y si está en tu poder y voluntad, le apoyes al menos con unas palabras de aliento, no es fácil emigrar de la manera en que lo hemos hecho, la incertidumbre gobierna los días de muchos de mis paisanos.
Tolera, entiende, y no promuevas la discriminación de ningún ser humano. Verás que las generaciones futuras cosecharán tus buenas acciones.