viernes, 11 de marzo de 2016

PIZZLED: LA PARADOJA DE LA COMUNICACIÓN EN EL SIGLO XXI


Hoy, pleno apogeo tecnológico de la humanidad, en casi todos los ámbitos, quizás uno de los principales avances de la humanidad en ese sentido, es la generación de tecnología para acortar distancias, para generar aparentemente más facilidades para la comunicación, pero esto en muchos casos no viene a ser otra cosa que un retroceso. ¿A qué se debe esta paradoja, esta contradicción tan palmaria? Paradoja tan meridiana como el hecho de que las potencias del mundo buscan la paz a través de la guerra y la violencia.

Se debe a muchos factores, pero el principal radica en nosotros mismos y nuestras prioridades, es decir, preferimos estar metidos de cabeza en un teléfono celular que prestarle atención a la gente que está en nuestro entorno inmediato demandándonos comunicación y atención. Estoy plena y absolutamente seguro que a todos ustedes les ha pasado: Estas saliendo o compartiendo con alguna persona especial o ser querido, y ésta, como señal (ya sea consciente o inconsciente) de irrespeto, asume la posición de enclaustrarse en su smartphone, nos ignora totalmente al punto que genera en nosotros hastío y molestia inconmensurables. A esta sensación desagradable que se produce en nosotros ante la desatención por cualquier motivo, pero principalmente por el del uso indiscriminado en reuniones del teléfono celular, el psicólogo Daniel Goleman le ha acuñado un término neolingüístico llamado “Pizzled”, derivado de palabras en inglés “puzzled” (que significa desconcertado o perplejo) y “pissed” (que significa irritado o molesto).

¿Quién no se ha sentido evidentemente molesto ante esa conducta? Pero no es eso lo más importante, el punto al que quiero llegar es: ¿No nos damos cuenta que la tecnología nos ha restado habilidades sociales e incluso emocionales? Y no es esto culpa de la tecnología, por supuesto que no, la tecnología comunicacional es un instrumento increíble, un don de la ciencia en la actualidad, pero como en todo, por el hecho de que caminamos en la dualidad, hemos hecho de ese don un vicio implacable. A muchos nos pasa, que a través de una pantalla podemos expresar cualquier cantidad de palabras y sentimientos, pero en persona no tenemos nada que decir, debido a que condicionamos nuestro ser a comunicarse estrictamente por la vía indirecta que nos facilita la tecnología. Pero, es que, hasta las actividades de cortejo directo y personal se han perdido en las relaciones de pareja, gracias a que hemos establecido inexorablemente una zona de confort en los aparatos tecnológicos. Inclusive, estando reunidos con una persona en un mismo sitio o teniéndola en un cuarto contiguo, preferimos enviar un mensaje de texto para comunicarnos sobre cualquier hecho del día, dejando a un lado la comunicación interpersonal directa y sustituyéndola por la frialdad que la tecnología supone. No es negativo el uso de la tecnología, ya lo he manifestado y es necesario recalcarlo, pero si resulta pernicioso lo que estamos haciendo de nuestras relaciones interpersonales directas, le damos más importancia a cualquier cosa en el mundo y en nuestro entorno que a quien o a lo que tenemos en frente, dejando de vivir el presente y de disfrutarlo al 100%.





-Andrés A. Fernández Molina
Correo: andres.fernandez411@gmail.com

jueves, 10 de marzo de 2016

MANICOMIO A CIELO ABIERTO

"¿Te metes conmigo? Te humillo, te lincho, te quemo vivo, te mato." Esa es la lógica que peligrosamente está predominando en Venezuela. 
Al ver un vídeo de la quema de un ser humano por ser "ladrón" a plena luz del día y en presencia de un grupo de sádicos que la disfrutan, me pregunto ¿Nuestro país se volvió un manicomio? Esta situación realmente desespera y llama a clamar por nuestra consciencia, que está metida no sabemos donde coño.

Ante la crisis estructural, en vez de realizarnos como ciudadanos de bien y de honor en busca de la prosperidad y el orgullo nacional juntos en un bloque monolítico, se fomentan y fortalecen vertiginosamente los vicios y bajas pasiones. Eso pasa en mi atropellado país, atropellado no por un gobierno, no por un imperio, no por una guerra económica, no por unos apátridas, NO, está siendo atropellado, vejado y golpeado por NOSOTROS MISMOS y nuestra escasa, diminuta, minúscula o más bien diría que inexistente consciencia. Es hora de ser serios de verdad y dejar de echarle la culpa a todo lo que pasa por nuestra mente. De nada vale echar culpas a este o aquel, porque a la final eso no nos lleva a la solución definitiva de nuestros problemas como país, estemos claros en eso.

"¿Están escasos la leche y los pañales? Vamos a comprarlos todos y se los revendemos a quienes tienen niños y necesitan esos productos". Esa es la lógica que está en la cabeza del venezolano, del bachaquero, que tiene trabajo gracias a la ignorancia, la irresponsabilidad y la indolencia. 
Pero, no es todo, la descarga de estos lamentos, de esta impotencia galopante que relincha en mi corazón de joven venezolano no termina allí, porque si esos individuos tienen trabajo es gracias a la irresponsabilidad de quienes compran sus productos de manera ilegal. Hay algo llamado boicot, resistencia, y que debe aplicársele a quienes han hecho del bachaqueo su profesión y medio de vida. 

"¿Necesitas la licencia, el trámite, la permisología, el registro de tu negocio o cosas personales? Ven que yo te hago la vuelta, pero eso te sale tanto..." Esa es la lógica marginal que se anida y enquista inexorablemente en todas y cada una de las instituciones de nuestra patria, y lo peor es que esa conducta se expande a velocidad vertiginosa hasta llegar a los lugares más insospechados. 

El venezolano ha perdido la capacidad de asombro, ha perdido la esperanza, simplemente emite un juicio implacable en unas escasas palabras condenándose: "Así somos, estamos así y así seguiremos porque es nuestra naturaleza." Una naturaleza implantada en la mentalidad venezolana casi a sangre y fuego, casi que impuesta como el hierro que le ponen al gana'o, pero gran diferencia, ese hierro hirviendo nos es puesto todos los días en el cerebro, desde que nacemos hasta que exhalamos el último aliento en esta doliente nación. 
Nadie dice nada, nadie protesta ante este infierno de dante criollo. El que pega un grito al cielo en su legítimo derecho tratando de luchar contra la mentalidad derrotista y pesimista del venezolano, es tildado de loco, se le confronta, o simplemente no se le 'para bola'.

¿Y que carajo vamos a hacer? Es increíble que nadie se percate o haga caso omiso de lo que está pasando. Si permitimos o peor aún, aplaudimos linchamientos y quemas de delincuentes, vamos camino a la barbarie de la edad media sin lugar a dudas, el que aplaude la violencia y la injusticia con los demás, la pide para si mismo. Es más delincuente quien mata que quien roba ¿O NO ES ASÍ?
¿Y con los bachaqueros? ¿Vamos a seguir "vendiendo boba"? ¡NO A LA COMPRA-VENTA ILEGAL DE PRODUCTOS! 
¿Es que a todos nos parece muy normal este caos? "Ya se volvió una cosa del día a día, eso es así, los bachaqueros no tienen culpa, maldito gobierno" vociferamos a veces, mientras nos echamos una palada de estiércol encima, y sepan algo, ya la montaña de excremento nos está llegando al cuello, y al paso que vamos, de seguro vamos a terminar sepultados en dicha montaña.

La solución al problema nacional no es salir de un gobierno y poner a otro en la tan preciada y codiciada silla de Miraflores, eso no cambiará en realidad mientras no cambiemos nosotros, cada uno, a lo interno. La solución no es más que abrir los ojos, analizar y rectificar en lo micro, para que el cambio se vea a lo macro. Necesitamos ver que la estamos cagando, que damos vergüenza, que necesitamos amar a esta tierra y a quienes la habitamos. 

Es todo.

-Andrés A. Fernández Molina
@FernandzAndres
Correo: andres.fernandez411@gmail.com