miércoles, 27 de enero de 2016

ANOTACIONES RUIDOSAS:

Se ha vuelto realmente ignominioso, casi insoportable, hallar al terruño amado en una situación tan baldía, fría, indolente, rígida y miserable, caminar por la calle y solamente encontrar un vaho a muerte y putrefacción similar al del aseo urbano cuando transita recogiendo desechos en frente de nosotros. Este lugar, tuyo, mío y nuestro, donde a paso de oruga fueron tejiéndose sueños y utopías de la niñez, cuando era apenas un mozalbete cargado de esperanzas y anhelos. Aún así, perviven en mi esos días pasados, en los cuales, yo, en mi futilidad humana solía decir, provisto de brillo radiante y vigoroso en los ojos: "Quiero ser...", "Quiero ser médico", "Quiero ser profesional", "Quiero ser Presidente", a la tierna edad de apenas 4 años.

Hoy, poco más de 24 vueltas al sol acumulo en mi libro cronológico, y sigo tratando de desacreditar a toda imagen que llega a mi psique desde el exterior de manera cruda, mordaz y brutal, dándome una certera cachetada moral y a la vez gritándome al oído: ¡ESTA ES LA HUMANIDAD, ESTA ES LA SOCIEDAD, ESTE ES TU PAÍS, ESTE ERES TU MISMO! Y confieso que, tratar de transformar todas esas impresiones en sólido motivo para mantenerse en pie de lucha, ha sido y es una tarea ardua y titánica. 
Hemos llegado inalterables, como zombis, dormidos desprovistos de consciencia al lamentable Darwinismo social que tanto temen o demuestran falsamente temer todos los "políticos" del mundo durante la historia. Hoy, "o eres tu o soy yo, y es claro que prefiero ser yo a que seas tu". Y en la familia venezolana, en lugar de cultivar la digna y potente aristocracia moral del ejemplo, de enseñar a los niños y jóvenes a ganar su pan y sustento honradamente, se alienta al 'saqueo', pero no saqueo en el sentido estricto de la palabra, no, sino al saqueo como término sustituto de todos los vicios del venezolano, es decir, la corrupción, la estafa, el robo o rapiña, el amiguismo, el padrinazgo, la 'pantalla', la apariencia, la hipocresía y demás lacras sociales, que sería imposible enumerar, sería necesario tener dedos de acero o lengua de plata para escribir o decir la gran cantidad de agregados psicológicos negativos que se albergan y refugian en la "consciencia nacional" (si es que esta existe, y de no existir, es menester construirla).
Hoy, reconozco públicamente ser un pesimista, pero no un pesimista común y corriente, sino un pesimista con ganas insaciables de cambiar ESTA MIERDA, como José Saramago, y con él digo: "Los únicos interesados en cambiar el mundo son los pesimistas, porque los optimistas están encantados con lo que hay". Y yo, no estoy ni estaré encantado jamás con lo que hay, es decir, este infeliz sistema, que se come vivos a la esperanza y potencial humanos, además de devorar al humano mismo y de absorber su fuerza vital.

¿Habrá acaso alguien que haya tenido la delicadeza de leer estas líneas? Líneas y pensamientos, que a diario y con el paso de los días se van pareciendo más al grito lastimero de aquel mendigo herido en la acera de una plaza, mientras todos lo ignoran y evaden la realidad de su fútil existencia ¿Habrá acaso alguien que piense igual que yo o incluso tenga mejor idea del sombrío panorama? ¿Alguien que desee como yo cambiarlo todo? 
¿Quién apuntará su nombre en estas anotaciones ruidosas? 


-Andrés A. Fernández Molina
@afernandez
Correo: andres.fernandez411@gmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario